Opinión

Lo que nadie te dice sobre la cultura organizacional real

En entornos creativos como Legger, donde las ideas son el insumo principal, construir una cultura organizacional sólida es indispensable.

Lo que nadie te dice sobre la cultura organizacional real

Muchas hablan de Cultura organizacional, pero pocas realmente la viven. Porque no se trata de frases en la pared ni de dinámicas de integración ocasionales, sino de cómo nos tratamos todos los días, incluso cuando las cosas no salen bien. En una empresa creativa, donde la colaboración y la innovación son parte del ADN, la Cultura organizacional, no puede ser un accesorio: es el cimiento que sostiene todo.

Laura Santamaría, Coordinadora de Gestión Humana en Legger, lo sabe por experiencia propia. Para ella, Cultura organizacional, no nace de los manuales, sino de las pequeñas acciones cotidianas que construyen confianza, respeto y sentido de pertenencia. Su visión pone el foco en lo esencial: lo que sí funciona, lo que rompe la armonía y lo que marca la diferencia entre un equipo que simplemente trabaja junto y uno que realmente crece unido.

La cultura organizacional no está en el papel, está en la gente

Según Laura Santamaría, Cultura organizacional, no se define en presentaciones corporativas ni en manuales de bienvenida. Se manifiesta en Cómo se trabaja, cómo se conversa, cómo se acompaña al otro en los aciertos y en los errores. Es la forma en que un equipo convive cuando todo va bien, pero sobre todo cuando hay presión, diferencias o incertidumbre.

En entornos creativos como Legger, donde las ideas son el insumo principal, construir una Cultura organizacional, sólida es indispensable. Sin confianza, nadie se atreve a proponer. Sin respeto, las diferencias se convierten en barreras. Y sin pasión, el trabajo se vuelve solo una tarea más.

Por eso, en vez de imponer valores, Laura prefiere construirlos con el equipo, entendiendo que la cultura vive en las personas, no en los documentos.

Clima sano, colaboración real y creatividad que florece

Según un estudio de Frontiers, la confianza en el equipo potencia la creatividad, facilitando la comunicación y el riesgo de proponer ideas novedosas. Para Laura esa confianza es solo uno de los pilares fundamentales de una Cultura organizacional, auténtica.

En Legger, ese ambiente saludable se construye con confianza, respeto y pasión en cada acción. Se traduce en cosas concretas: cualquiera puede compartir una idea sin temor, existen espacios regulares para celebrar avances y reconocer talentos, y se promueve la libertad para encontrar nuevas formas de hacer las cosas.

Lo que hace sostenible esta Cultura organizacional, no son acciones únicas, sino su constancia. La cultura creativa crece cuando las pequeñas decisiones diarias como un feedback sincero, una felicitación pública o una charla empática se combinan con prácticas institucionales reuniones de equipo, sesiones colaborativas y dinámicas de celebración. Así nace un clima donde la colaboración es real y la creatividad fluye de forma natural.

Escucha activa y liderazgo humano: la base de una cultura organizacional fuerte

Para que la Cultura organizacional, no se quede en buenas intenciones, debe sentirse en cada vínculo del día a día. Laura lo tiene claro: fortalecer relaciones genuinas requiere presencia, empatía y conversación constante, especialmente en entornos híbridos o remotos donde la desconexión emocional puede volverse un riesgo silencioso.

Por eso prioriza estrategias que van más allá de los procesos. No se trata solo de dar seguimiento a objetivos o asegurar entregables. Se trata de construir confianza a través de gestos cotidianos. Como las charlas uno a uno que no se enfocan solo en tareas, sino en cómo se siente cada persona o los espacios de feedback espontáneo donde se reconoce el esfuerzo sin esperar una evaluación formal. Todo suma cuando el objetivo es crear vínculos reales, no solo relaciones laborales. Porque una Cultura organizacional, sólida no se impone: se cultiva.

El liderazgo, en este contexto, no se ejerce desde la autoridad, sino desde el acompañamiento. En Legger, liderar es escuchar, cuidar y actuar con coherencia. Cuando surgen tensiones porque siempre van a surgir se abordan desde la conversación directa, con respeto, contexto y disposición para reconstruir la confianza sin romper la cohesión del equipo. Así es como la Cultura organizacional, deja de ser un concepto abstracto y se vuelve una experiencia compartida, viva y constante.

Lo que destruye la cultura organizacional

Construir una buena Cultura organizacional toma tiempo, pero destruirla puede tomar solo unas pocas decisiones mal manejadas. Laura nos comentó que hay errores comunes que erosionan el ambiente más rápido de lo que parece: no comunicar con claridad, no reconocer el esfuerzo del equipo o dejar pasar conversaciones incómodas.

Lo que nadie te dice sobre la cultura organizacional real

La cultura organizacional no se escribe, se vive

De acuerdo a lo que nos comentó Laura, hablar de Cultura organizacional es hablar de relaciones humanas: de cómo nos tratamos, cómo nos escuchamos y cómo nos sostenemos como equipo. No importa cuántas políticas tengas en el papel, si en el día a día no hay coherencia, empatía y reconocimiento, la Cultura organizacional simplemente no existe.

Construir un ambiente donde florezca la creatividad, la colaboración y el sentido de pertenencia requiere presencia constante, liderazgo consciente y decisiones que pongan a las personas en el centro. Porque cuando la Cultura organizacional se cuida, se siente, y cuando se siente, es capaz de transformar no solo el trabajo, sino la vida de quienes lo hacen posible.

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